Las traiciones del recuerdo

Description

Texte original en espagnol (cubain) de Les Trahisons du souvenir. ExtraitLa enfermedad había hecho estragos en su organismo a lo largo de los últimos meses. Apenas salía de la pequeña habitación a la que le habían reducido las crisis que le hicieron perder sucesivos trabajos y la seguridad. Vivía frugalmente, en el mismo umbral de la miseria o, quizás, ya más allá de su estricta y angular geometría, pero no se daba cuenta de su condición. Los amigos que lo asediaban cuando su situación económica era espléndida y se le consideraba un generosísimo y delicioso anfitrión, lo habían abandonado. Otra pisada en el corazón. Pero no se quejaba ni pedía nada. Empleaba el escaso dinero de que disponía en adquirir costosos materiales artísticos y, olvidado del ingrato paso del tiempo, llenaba su soledad construyendo increíbles y exquisitas piezas. Para poder hacerlas, dejó de comprar las medicinas que le deparaban un precario y vital equilibrio. Llegó a olvidar esa final necesidad a medida que sus manos creaban inverosímiles altares, cuyos sagrarios eran un paisaje tan frutal como catedralicio; soberbios, resplandecientes y dulces ángeles de alas temblorosas que inventaban la música y el silencio; barcos con todo el velamen desplegado hacia las gloriosas constelaciones que deparan el éxtasis de las singladuras de la libertad; preciosos animales perdidos en el paraíso del misterio de sus extraordinarias miradas y movimientos; áureas monedas en cuyas caras la soberanía de unos exquisitos perfiles sacralizaba la juventud y la belleza hacia la intensidad del deseo y la gloria; juguetes para reingresar en las increíbles respuestas y dones de la infancia, que son el horizonte de la poesía. De sus manos surgía un mundo de sueños como un desmesurado espejismo al amanecer. La parca habitación, con una única ventana que veló para oponer una frontera a las vertiginosas ingratitudes y agresiones del entorno, ya era insuficiente para contener tanta maravilla. Fue así, sin que se diera cuenta, que los relojes de su tiempo lo precipitaron implacables y exactos en las arenas movedizas de la enfermedad y la debilidad.